Respuesta final a Matienzo
Quince refutaciones puntuales de Raudel Ávila a Carlos Matienzo en su debate sobre el valor de las ideas en la búsqueda de una nueva derecha política en México.
De nueva cuenta agradezco mucho a Carlos Matienzo (y a Pablo Majluf por prestarnos el espacio) la oportunidad de un debate enriquecedor y divertido, aunque en el fondo un poco estéril para el resto del mundo, pues no tendrá la más mínima repercusión sobre resultados electorales. Esto sigue circunscrito a intereses que no tocarán ni al 1% del padrón. En suma, el esnobismo del panismo y la derecha que le mencioné en mi primer texto.
Dejo aquí mis últimos comentarios al tema, que de por sí serán demasiados y fatigosos incluso para mí.
Sigo admirando y casi envidiando, eso sí, el idealismo de Matienzo al creer que la filosofía política tiene alguna utilidad, para lo cual no ofrece un solo ejemplo en todo su texto. Es una petición de principio suya que suena bonito sin duda, pero él no me pudo demostrar que en ninguna elección mexicana, la filosofía haya prevalecido sobre las cuestiones prácticas o haya servido para ganar. Esa era la réplica que esperaba y hubiera agradecido doblemente.
Ante esa evidencia yo hubiera reconocido que él tenía la razón. No fue así, por desgracia, pero al final de este texto, yo sí voy a proporcionarle ejemplos concretos de la historia de México como evidencia de lo contrario. Voy a desmontar uno por uno los disparates que Matienzo me atribuyó para no responder a mis cuestionamientos concretos, pues él buscó tramposamente distraer al lector con un despliegue de principios filosóficos y conceptos que yo ni cité ni me interesan, como el “pobrismo” (concepto que yo ni siquiera conocía) y que él insinúa que yo defiendo.
Enumero y cito textual a mi interlocutor, para no evadir sus alusiones personales y darle oportunidad al lector de juzgar por sí mismo:
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“Me sorprende ese guiño de antiintelectualismo”, dice Matienzo en referencia a mi texto.
No es lo mismo el antiintelectualismo que la claridad de las fronteras entre la vida real y la especulación filosófica, un entretenimiento académico absolutamente inaplicable para quienes deben tomar decisiones al calor del momento en la vida pública. Supongo que esto es materia de opinión, pero no me considero antiintelectual, puesto que me gano la vida escribiendo. Soy, eso sí, crítico del gremio de los intelectuales, a quienes nadie se atreve a tocar en México y, sobre todo, crítico de su participación en la política. Me parece que en su mayoría lo han hecho muy mal y le deben muchas explicaciones al país, en especial por sus errores analíticos, interpretativos y predictivos de los últimos siete años. Pedir rendición de cuentas a un gremio no me parece antiintelectualismo. Sigo sin ver evidencia de que la filosofía política ayude a ganar elecciones, que fue mi argumento inicial en el texto anterior. Cito lo que sí escribí la vez anterior: “La filosofía política como sustento de la acción electoral está destinada a fracasar.”
Dice Matienzo que a él no le interesan “mejores formas de comprar votos para el PAN.”
Es curioso porque yo nunca hablé de dinero ni de compra de votos. Incluso hubiera podido ser una buena crítica de Matienzo a mi texto. Hablé de estructuras pero nunca me referí a su costo económico. En vez de eso, todo el tiempo me atribuye cosas que no dije. Lo que yo hice fue citar ejemplos de las estructuras electorales que utilizan los partidos de izquierda y de derecha en todas las democracias avanzadas del mundo: Estados Unidos, Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Japón, Alemania. Son ejemplos reales. En eso fue prolijo mi texto, incluso a grados excesivos, y eso es lo que yo le hubiera solicitado a Matienzo en su respuesta. No quiso dármelos, escudándose en que a él lo que le interesa es “la declaración de principios.” Supongo entonces que tendrá ejemplos de elecciones que algún partido en el mundo haya ganado gracias a su declaración de principios. Si no hay ejemplos de eso, no entiendo cuál es el sentido de discutir ese tema en esta coyuntura, francamente.
Sobre la “compra de votos”, entiendo entonces que él considera que los votos evangélicos que hicieron ganar a Trump —héroe de la derecha con la que dice simpatizar Matienzo— fueron comprados. Eso es una sorpresa para mí, no sabía que si una organización religiosa se movilizaba en favor de un partido de derecha, tan legítimamente como puede hacerlo un sindicato, estaba comprando votos. Yo pensaba que era una estructura electoral, como las que existen en todo el mundo. Agradezco la aclaración y confieso mi ignorancia previa.
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“Sin ideas no puede haber identidad, y sin identidad no hay lealtad que permita la movilización electoral.”
Esto realmente fue muy sorpresivo para mí y le agradezco a Matienzo que me ilustrara al respecto. Solamente en el curso de mi vida, para no hablar de cuestiones históricas, yo he visto al sindicato de maestros movilizarse y dar la victoria en elecciones presidenciales al PRI, al PAN y a Morena. En concreto, las victorias de Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y López Obrador son inexplicables sin el SNTE. Matienzo dice que sin identidad no hay lealtad que permita la movilización electoral y no se ríe. Es de suponer entonces que la identidad del SNTE cambia cada elección, o lo que cambia es la lealtad, no entiendo muy bien. El hecho es que las ideas no parecen importar mucho, en vista de que el sindicato más grande de América Latina le presta su apoyo electoral a todos los partidos dependiendo la coyuntura. ¿Dónde quedaron las ideas y la identidad? La movilización electoral se ve y se mide muy fácil en esas elecciones. Las ideas que proporcionaron votos, yo sigo sin verlas.
“Incluso la ciencia política lo ha documentado (Green & Gerber): las estrategias de movilización electoral tienen un bajo impacto y, cuando funcionan, es por una interacción personal mucho más profunda que la relación corporativa.”
Otra vez, teoría académica para no dar ejemplos. Vuelvo al caso del sindicato de maestros, pero podríamos hablar de otros. La Catem, el sindicato de Pedro Haces, intentó crear un partido político de apoyo a Ricardo Monreal para su candidatura presidencial desde la elección intermedia de 2021. De hecho lo crearon, pero no lograron mantener el registro en la elección que compitieron. Ahora apoyan a la presidenta Sheinbaum, que fue la rival que venció a Monreal en la obtención de la candidatura. ¿Y las ideas? ¿La identidad dónde quedó?
Ahora, si la movilización electoral tiene “bajo impacto” como dice Matienzo, ¿por qué todos los partidos en el mundo (excepto el PAN, por lo visto) siguen buscando ese tipo de respaldos? Actualmente, el gobernador de Jalisco y Movimiento Ciudadano en aquel estado están involucrados en una polémica por una presunta relación electoral con Nazario Ramírez, dirigente de la CTM (un organismo que antes era priísta y como se ve, ya apoya al partido que se requiera) acusado de vínculos con la delincuencia organizada. Seguramente los partidos y los sindicatos son tontos y no saben nada de elecciones, a diferencia de los filósofos políticos como Burke y Scruton. Eso ha de ser.
Refiriéndose a la revocación de mandato y a la elección judicial, Matienzo afirma: “aun con todo el aparato gubernamental, el régimen sólo logró movilizar 16 y 13 millones de votos, respectivamente, mientras que en la elección presidencial más reciente su partido obtuvo casi 36 millones. La pregunta no es cómo moviliza su voto duro, sino por qué otros 20 millones de electores salen a votar libremente por el régimen. Mi respuesta: por la articulación de una identidad.”
Dice él que la pregunta no es cómo moviliza su voto duro. Vaya, yo pienso que sí, puesto que la oposición no logra movilizar en esos mismos niveles. A mí sí me gustaría saber cómo movilizar 16 millones de personas en aras de comprender cómo se gana una elección, pero supongo que es más importante leer a Oakeshott para planear victorias electorales. Dice Matienzo, muy ufano, que se moviliza más gente en las elecciones presidenciales que en las otras… “por la articulación de identidad”. Yo hubiera pensado cuestiones más prácticas, pero otra vez, claramente no sé de lo que hablo.
En primer lugar, en la elección judicial hubo menos casillas instaladas, las boletas eran incomprensibles y el número de candidatos inmanejablemente alto. Adicionalmente, las campañas estaban tan mal organizadas que no se podían hacer actos electorales semejantes a los de las campañas convencionales, ni gastar en publicidad, pero Matienzo diría que eso no tuvo nada que ver. El problema fue que no se articuló una identidad. Ni siquiera los voceros del oficialismo tenían claro cómo votar, a tal punto que se valieron de acordeones, como quien hace trampa en un examen. Yo supondría que eso hace mucho más difícil participar en una elección y desalienta las estructuras, pero quizá es verdad, debe haber sido un problema de identidad. No entiendo cómo no se me ocurrió. Absolutamente nunca en la historia del país se había votado por tantos candidatos y menos para posiciones judiciales tan diversas, pero seguramente el problema fue la articulación de una identidad.
Afirma Matienzo: “En el fondo, más que un problema con el idealismo, lo de Raudel parece un problema con las ideas de la derecha, que le desagradan o le parecen peligrosas, aunque no lo diga con claridad.”
Matienzo no puede citar una sola expresión mía en el texto donde yo diga esto, pero una de las sorpresas más gratas de nuestro intercambio fue descubrir que mi amigo obtuvo un grado en psiquiatría. Aparentemente puede discernir lo que yo pienso y hasta lo que me desagrada “en el fondo”. Visto que no puede rebatir mis argumentos ni dar contraejemplos, interpreta mi subconsciente. De haber sabido que tenía esa capacidad y ese entrenamiento clínico, le hubiera solicitado una videollamada para consultarle mis problemas personales. Digo videollamada porque Matienzo vive en Estados Unidos, desde donde seguramente ve la situación mexicana con más cercanía y nitidez que yo, puesto que incluso puede interpretar lo que yo pienso “en el fondo”, sin ofrecer ninguna prueba de ello. Sin duda, merece un aplauso, no cualquiera puede hacerlo.
“Esas plumas que tachan de ineficaz, vacío o peligroso el relanzamiento ideológico de la derecha, creo que en el fondo se decepcionan porque la alternativa a Morena no proviene de la izquierda democrática y liberal que vive en sus mentes, y que nunca logra materializarse a la altura de sus expectativas”.
Otra vez el psiquiatra que lee pensamientos ajenos para no contestar lo que sí está escrito públicamente. “Vive en sus mentes”, declara quien puede leer mentes ajenas para debatir con pensamientos secretos que sólo él puede ver. Un artificio retórico que aturde, pero nada de argumentación sólida. Además de que aquí, Matienzo me puso en compañías muy extrañas. Por comodidad supongo, me metió al mismo saco que Denise Dresser y Jesús Silva-Herzog, dos personas con quienes nunca he tenido el menor contacto ni he conocido jamás. Si quería debatir con ellos, hubiera escrito una respuesta donde les dijera a ellos lo que piensan “en el fondo”. Yo escribo lo que pienso sin pedir permiso ni consultar a terceros, entre otras cosas porque no me identifico con las opiniones políticas de casi nadie. Nunca taché de ineficaz, ni de vacío, ni de peligroso el relanzamiento del PAN. Lo taché de estúpidamente diseñado, citando ejemplos de otros partidos que se han reformado en el mundo, aunque eso lo hice en otro texto de El Universal, que por lo visto tampoco leyó. Era más fácil atribuirme lo que dicen otros.
“La pregunta práctica es otra: ¿puede la derecha tener éxito electoral frente al obradorismo? Si la respuesta es sí, entonces esos alérgicos al conservadurismo tendrán que decidir qué prefieren en el poder: una derecha democrática o una izquierda autoritaria.”
Otra vez, generalizaciones y adjetivos a falta de argumentos. Me metes en el mismo costal que otros editorialistas porque se te antojó. Me calificas de alérgico al conservadurismo. Vamos a ver. Yo cité varios autores conservadores en mi texto de quienes no dijiste nada y tal vez no has leído: George F. Will, Kirk Russell, Cayetana Álvarez de Toledo, Rory Stewart y Liz Cheney. No sólo eso, cerré mi texto citando al padre fundador del conservadurismo electoral moderno: Benjamin Disraeli, personaje sobre el cual tampoco tuviste nada qué decir, Matienzo. En cambio, el único político que citaste en tu texto como ejemplo y lección para el PAN fue a tu amigo Álvarez Máynez… que se define como progresista y de izquierda. Hay que tener cara dura. A ratos me da la impresión de que mi interlocutor no me leyó. Finalmente, la arrogancia imperativa del intelectual, pues afirmas categórico: “tendrán que decidir qué prefieren”. Yo no tengo que decidir nada de eso. Me dedico al análisis político, no a decidir entre dicotomías ficticias. Ésas sí que sólo existen en tu mente, hermano.
“Hoy la causa más común entre los mexicanos es la de la seguridad, o más propiamente, la del orden. Es una agenda transversal, capaz de hablar a mujeres violentadas y campesinos extorsionados, a estudiantes e indígenas, empresarios y trabajadores.”
Esto es, creo, lo único que suscribo integralmente del texto de Matienzo. Tanto así que le doy cinco mil pesos si me dice dónde escribí lo contrario, puesto que me lo echa en cara.
“Quien aún crea que la causa es la desigualdad, y que la oposición podrá ganar ofreciendo más programas sociales o mejor distribución de la riqueza, no aprendió nada del bochornoso acto en que la candidata Gálvez firmó con sangre la permanencia de los programas asistencialistas de Obrador.”
Matienzo, el sofista. Esperaba más de él, francamente. Voy por partes. Acabo de enterarme gracias a mi interlocutor, que el Foro Económico Mundial de Davós, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial son socialistas, o por lo menos, no tienen nada que ver con la agenda de la derecha. Le pongo aquí abajo a Matienzo la liga para que vea algunos ejemplos donde estas instituciones ultracapitalistas y de derecha señalan que la desigualdad sí es un problema serio.
Y sobre Gálvez, le ruego a Matienzo que me diga dónde la defendí o la usé como referente positivo, puesto que sigue desviando la discusión con cosas que yo nunca argumenté y temas que ni siquiera mencioné. Los programas sociales ni siquiera aparecen en mi texto, de manera que es imposible que argumentara que ofrecer más de éstos le ayudaría a ganar a la oposición.
Va una lista rápida que preparé con ayuda de Google y ChatGPT sólo para que veas qué fácil es evidenciar el error de que la desigualdad es una agenda exclusiva de la izquierda:
Banco Mundial
Informe: “Inequality and Shared Prosperity” (2016, 2018, 2020):
Serie oficial del Banco Mundial dedicada exclusivamente a la desigualdad.
Señala que “La desigualdad excesiva puede frenar el crecimiento, debilitar la cohesión social y socavar la confianza en las instituciones.”
World Development Report 2006: Equity and Development
Informe mundial sobre desarrollo centrado en la equidad.
Cita: “La desigualdad de oportunidades reduce la eficiencia y la sostenibilidad del desarrollo.”
“Poverty and Shared Prosperity 2022: Correcting Course”
Explica cómo la pandemia aumentó la desigualdad global y la necesidad de políticas redistributivas.
Fondo Monetario Internacional (FMI / IMF)
“Causes and Consequences of Income Inequality: A Global Perspective” (2015, IMF Staff Discussion Note)
Documento firmado por Jonathan D. Ostry, Andrew Berg y Charalambos Tsangarides.
Cita: “El aumento de la desigualdad puede socavar el crecimiento sostenible y la estabilidad macroeconómica.”
“Redistribution, Inequality, and Growth” (IMF Staff Discussion Note, 2014)
Analiza cómo la redistribución moderada puede ser positiva para el crecimiento.
IMF Blog y Comunicados Oficiales
El FMI mantiene una sección donde aborda directamente la desigualdad.
Foro Económico Mundial de Davos
En el Global Risks Report 2014, el WEF incluyó entre los cinco riesgos más graves a nivel mundial la “severe income disparity” (grave disparidad de ingresos).
Este informe marcó el inicio de una línea sostenida en Davos sobre desigualdad, movilidad social y concentración de riqueza.
Desde entonces, cada reunión anual en Davos dedica paneles específicos al tema de desigualdad, equidad y “inclusive growth.”
Si consideras que el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Foro Económico Mundial de Davos son instituciones de izquierda o “progres”, te pongo otro ejemplo: J.D. Vance, vicepresidente de Donald Trump, a quien nadie puede acusar de woke o socialista, también se ocupó de la desigualdad como problema. No se puede construir crecimiento económico de largo plazo con una economía a dos velocidades, la del norte y la del sur, mi querido Matienzo. La desigualdad también es un problema crónico de inestabilidad política. Eso ya lo decía Benjamin Disraeli, el más grande estadista conservador del siglo XIX en su novela Sybil o las dos naciones, donde habló del problema de las dos Inglaterras y la desigualdad entre ellas debido a las condiciones de vida de la clase obrera. Vale la pena que lo leas o por lo menos investigues quién fue. Aquí la liga correspondiente para lo de Vance: Discurso en el American Enterprise Institute (AEI), 2019 – “The American Dream in Crisis.”
“Lanzo otra pregunta a Raudel y a otros preocupados como Silva-Herzog: ¿prefieren un país polarizado, donde el poder enfrente resistencia, o una hegemonía consolidada como la que Morena está a punto de consumar —si no es que ya consumó—?”.
Cuánta soberbia. Nos lanza otra pregunta planteando una dicotomía que no existe. No prefiero ninguna de las dos mi querido Matienzo, porque precisamente el problema de la polarización es que reduce el mundo a dos opciones, mientras que la creatividad política permite construir escenarios múltiples. No estoy obligado a sumergirme en la fantasía de tus hipótesis.
“Entiendo el escepticismo de Raudel. Nuestra generación debió ser heredera de la transición democrática y del pluralismo que tanto aportó a la modernización del país. Pero me temo que esa batalla ya se perdió; la perdió la generación que no supo cuidar el fruto de décadas de conciliación.”
Insisto, ¿qué estás tomando querido Matienzo? Yo quiero probar esa bebida. ¿Cuál escepticismo? ¿De qué hablas? En todo mi texto no hay ninguna referencia a la transición, ni a su herencia, ni a batallas perdidas o ganadas en ese tema. Yo no creo que “nuestra generación” deba ser heredera de nada, porque no somos responsables de lo que hicieron o dejaron de hacer nuestros padres. Somos responsables de lo que hagamos nosotros.
“Del PRI modernizador y pluralista que tanto añora Raudel no queda nada. Su peor rostro corporativo ya tiene hogar en Morena. Lo mejor del régimen de la transición sobrevive apenas en los institutos de investigación de la UNAM, y se expresa en desplegados que ya nadie lee.”
Matienzo, dime dónde añoro un PRI modernizador y pluralista por favor, ni siquiera sé cuál es ese PRI que reúne ambas cualidades, o en qué parte del texto toqué ese tema. Yo no soy hombre de añoranza, eso es para derechas e izquierdas. Y si hubieras leído mi texto con detenimiento, te darías cuenta que tengo diferencias profundas con ambas posiciones. Tampoco sé qué tengo qué ver yo con los institutos de investigación de la UNAM ni sus desplegados, pues nunca he trabajado como académico en ninguna universidad, ni entiendo cómo se relaciona eso con mi texto.
“Yo, por mi parte, me niego a articular mi resistencia política en las lágrimas del INE ciudadano o en el duelo de la transición. La batalla generacional que nos toca es otra: salvar la República en medio del renacimiento de las grandes ideologías.”
Qué bueno que te niegues a articular tu resistencia política en lágrimas. Nadie te pidió otra cosa, le estás negando eso a un interlocutor imaginario. Nuevamente, retórica vacía para evitar el debate concreto. No entiendo a qué te refieres pero me da gusto por ti. Yo por mi parte, no articulo resistencias a nada, analizo las estructuras de poder para tratar de explicarlas a mis lectores. No hago política partidista, hace mucho tiempo ni me interesa, pues disfruto mi libertad intelectual; ya estuve muchos años en un partido subordinándome a la disciplina institucional. Nunca más. No sé de qué lágrimas del INE ciudadano o duelos de la transición me hablas porque de nuevo, yo no toqué esos temas ni recuerdo haber derramado lágrimas por ese o cualquier otro asunto político. Insisto que son maniobras distractoras tuyas y efectismos retóricos baratísimos, indignos de ti. Mejor dame ejemplos de elecciones mexicanas que se hayan ganado con ideas y sin estructuras. Esa era nuestra discusión.
“En esta batalla, la derecha no necesita pedir permiso para pensar ni disculparse por tener ideas. La oposición tampoco necesita un nuevo eslogan ni un nuevo logo: necesita un relato, una visión del bien común y una épica mínima.”
Supongo que tienes razón aunque no me interesa en absoluto nada de eso, ni escribí sobre eso. Yo no le exigí a ninguna derecha que pida permiso de nada ni disculparse por tener ideas. Le sugerí que sin estructuras, las mejores ideas no le servirán de nada y me sostengo en ello puesto que no pudiste refutarlo en un texto tan largo.
Ya para cerrar, sólo quiero recordarte algo que dije en mi texto anterior y evadiste. El más popular candidato del PAN a nivel nacional en toda su historia fue Vicente Fox y él tuvo que crear una estructura adicional a su partido (Amigos de Fox) para ganar la Presidencia. Jamás fue un hombre de ideas ni un político culto, y fue quien sacó al PRI de Los Pinos. Su campaña jamás se trató de filosofía política, tanto así que fue famosa su declaración: “hay que darle vacaciones a la doctrina.”
En cuanto a Felipe Calderón, el otro presidente panista, tuvo que pactar con Elba Esther Gordillo para que sus estructuras sindicales le ayudaran a vencer a López Obrador en 2006. Ella fue a ofrecerle su apoyo a López Obrador, pero como éste no aceptó por un prurito de pureza ideológica del cual luego se arrepintió, ella se alió con Calderón y derrotaron al obradorismo. Esto no es una especulación, lo confesó la misma Elba Esther y fue tan evidente, que el panismo le regaló la SEP, donde Calderón nombró al yerno de la maestra como subsecretario de educación.
Finalmente, todos los ideólogos del PAN han fracasado como candidatos. De Castillo Peraza para atrás, el electorado mexicano —igual que el de todo el mundo, como demuestra Mike Ignatieff en su autobiografía Fuego y cenizas— jamás se ha sentido atraído por esos perfiles.
Yo vi de cerca, por mi amistad con él, el empeño que puso Juan José Rodríguez Prats, ideólogo y extitular de la comisión de doctrina del PAN, en sus campañas para diputado de mayoría. Perdió todas. Me emocionaría mucho que me dieras ejemplos en sentido contrario, de grandes intelectuales panistas ganando elecciones. Tú dirás si las estructuras son o no más importantes para la victoria de la derecha que la filosofía política…
Te dejo un abrazo, esperando seguir discutiendo esto contigo al calor de una cerveza cuando me invites a tu casa en Seattle.








Raudel... vaya manera de plantear tus argumentos e ideas ...de aplauso!!!
Chapeau..!