La insolente continuidad
La candidata del régimen ofrece, sin pudor alguno, continuidad.
Es inédita en el México democrático la desmesurada oferta de continuidad de la candidata del obradorismo. Es simplemente incomprensible cómo es que, después de 1 millón de muertos en un sexenio –entre el criminal manejo de la pandemia y la violencia homicida–, es decir, después de una completa catástrofe histórica que sólo tiene equivalencia con las guerras civiles que equivocadamente llamamos ‘revolución mexicana’, Sheinbaum se atreva a ofrecer continuidad, enunciándolo así, con todas sus letras: continuidad. Al principio matizaba que era “continuidad con cambio”, hasta que desde Palacio le enmendaron la plana. Ahora es continuidad a secas.
No sólo es el millón de muertos. La continuidad refrenda los 30 millones que perdieron acceso a la salud, los 40 mil desaparecidos, la destrucción del sistema educativo, los pactos con el crimen organizado, los peores casos de corrupción jamás registrados (Segalmex, El Clan), el desmantelamiento de la administración pública, los ecocidios, y un largo etcétera del pasado inmediato; y respalda, a futuro, la destrucción del Poder Judicial, la captura definitiva de los árbitros electorales, y la desaparición de los órganos reguladores. Todo esto dicho explícitamente, sin ningún engaño.
“Es simplemente incomprensible cómo es que, después de 1 millón de muertos en un sexenio, Sheinbaum se atreva a ofrecer continuidad.”
Me deja perplejo esta oferta de continuidad. Ofreces continuidad si eres Teddy Roosevelt en 1905 y acabas de someter a los robber barons y a los outlaws, llevando la ley a la nueva frontera en el oeste, pacificando a Estados Unidos, sometiendo a los poderes fácticos, volviendo al mercado auténticamente libre y dejando el camino pavimentado para el ascenso del imperio en el siglo XX. Ofreces continuidad si eres, cien años después, Jacinda Ardern, exprimera ministra de Nueva Zelanda, elogiada por su manejo de la pandemia, su respuesta a los ataques extremistas en Christchurch, y por la boyante economía.
En cambio, Sheinbaum, muy quitada de la pena, ofrece continuidad del desastre obradorista. Entiendo que haya gente relativamente agradecida con las transferencias monetarias, si bien las tienen que usar cada vez más para compensar precisamente la destrucción de la salud, de la educación, de los servicios públicos y el deterioro en seguridad. Pero de ahí a ofrecer continuidad como referéndum de un gobierno auténticamente desastroso rubro por rubro –sin lugar a dudas el peor sexenio en el agregado de parámetros objetivos de la historia– me parece de un descomedimiento tan cínico que creo que funciona como una forma de posverdad: aquí nadie supo, nadie sabe, no pasó nada, todos felices.
La única forma posible de ofrecer continuidad en estas circunstancias es en una elección como la que estamos viendo: amañada con la intervención de todo el aparato del Estado. Se ofrece cínicamente porque la continuidad no será ni auténticamente voluntaria ni plenamente democrática. No hay otra forma de sostener la oferta de continuidad en las condiciones actuales.
Hola Pablo. Imposible no estar de acuerdo con lo que expones aquí. Me parece aun más inaudito que la demolición institucional sea “vendida” como profundización democrática. Vaya tiempos oscurantistas que nos tocaron vivir. Saludos.
Vaya chicanada tan burda y asquerosamente elemental. Por qué no aprendemos carajo? Tantas y tantas lecciones que nos ha dado la historia y estamos a punto de sepultar lo poquito que habíamos avanzado. En fin, buen fin de semana Pablo. Un abrazo.