Teuchitlán: fase superior
¿Por qué la evocación de Auschwitz que suscita el rancho de exterminio en Teuchitlán tiene sentido?
Muchos han señalado correctamente que los hornos crematorios y ranchos de exterminio no son para nada nuevos en México. Ya se habían encontrado en sexenios previos La Gallera en Tijuana, donde el temible “Pozolero” disolvió en ácido más de 300 cuerpos; los hornos de La Bartolina en Matamoros, Tamaulipas, estado donde se estima que existen decenas de fincas similares; o las famosas fosas clandestinas en las colinas de Santa Fe, Veracruz. Y así en todo el país. El nuevo hallazgo del rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco —el llamado Auschwitz mexicano— sería entonces suficientemente grave pero no inédito.
Lo que yo alego es que no habíamos llegado a ese nivel industrial, metódico y sistemático de barbarie. Según reportes y testimonios, se inducía con engaños a jóvenes de toda la república que buscaban empleo —es decir, había en marcha todo un protocolo calculado de reclutamiento engañoso—, con bitácoras de entrada y salida, se les adiestraba en el asesinato y el descuartizamiento, se les daba preparación física de corte militar, médicos hacían experimentos en mujeres, había cuartos, cocina, campos de entrenamiento y hornos de cremación.
Disidencia se sostiene gracias a sus suscriptores. Para apoyarnos, suscríbete al plan completo por sólo $20 pesos a la semana.
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Disidencia para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.