Primero subieron los precios. Hasta 7 % más por el mismo trayecto. Luego, Uber lanzó el comunicado: fue por las nuevas reglas del juego, esas que el gobierno federal armó para que los choferes tengan “derechos”. Seguridad social, vacaciones, utilidades. El pack completo del empleo formal. Pero nadie dijo quién iba a pagar esa fiesta. Hasta que llegó la cuenta. Y sorpresa: no la pagó ni Uber, ni el Estado. La pagaste tú.
Lo decía Milton Friedman: no existe tal cosa como un almuerzo gratis.
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