Raudel Ávila en exclusiva para Disidencia
Homer y Langley en la política mexicana. Una metáfora de la ceguera de Marko y Alito.
Apreciables suscriptores: Disidencia se complace en anunciar que todos los domingos de aquí hasta por lo menos la elección presidencial, podrán leer al punzante Raudel Ávila en la nueva sección Plumas Invitadas, una de las voces jóvenes y críticas más celebradas en México. Articulista, ensayista y pensador político. Ésta es su primera entrega.
Edgar Lawrence Doctorow, mejor conocido como E.L. Doctorow fue uno de los grandes novelistas de la literatura estadounidense del siglo XX. Una de sus últimas novelas lleva por título Homer and Langley. En ella, retrata la vida de dos hermanos que habitan una mansión neoyorquina a lo largo de todo el siglo XX. Homer, el mayor, queda ciego a temprana edad. Langley, marcado por su participación como soldado en la primera guerra mundial, desarrolla ciertos traumas, una brutalidad idiota y un estado anímico permanentemente huraño y hosco. No le gusta mucho la gente ni convivir con ella, vale decir, un misántropo en toda la regla. A la muerte de sus padres, por distintas circunstancias se quedan solos a vivir en la mansión mientras el mundo y la historia del siglo XX siguen su camino. Hombres de amplia cultura, se enteran de los grandes sucesos por la lectura concienzuda de periódicos y libros (Homer, el ciego, usa el sistema Braille), pero van quedando marginados de la historia y de la vida misma por su obsesión de quedarse encerrados en la casona. Aunque sí acostumbran salir y hasta socializar en ciertos momentos increíblemente chuscos de la novela, prefieren las certezas inamovibles del pasado en las cuatro paredes del lugar que los vio nacer. No quieren adaptarse al mundo, sino que éste se adapte a ellos.
Cada vez que observo una aparición pública de Marko Cortés o Alejandro Moreno recuerdo esta novela. No sé bien cuál de ellos es Homer y cuál Langley, pero es evidente que parecen aislados de la realidad por la cápsula protectora de sus partidos y no entienden o no quieren entender los cambios del México contemporáneo. En fechas recientes, Marko Cortés se las arregló para exhibirse solo con el escándalo de sus negociaciones con el gobernador de Coahuila. Y Alejandro Moreno prefiere no mostrar la cara en los eventos de la candidata presidencial de su partido, Xóchitl Gálvez. Una revisión somera de las listas para el Congreso de la Unión confirma que se parapetaron detrás de sus amigos, no hubo apertura a perfiles distintos del grupo de incondicionales a las dirigencias. Los partidos siguen sin proponer cambios estructurales en su propio funcionamiento para modernizarse y acercarse más a la población. Sin democracia interna en los partidos políticos difícilmente veremos una sacudida de perfiles y un mejoramiento de la calidad de las figuras que nos representan. Echo de menos ver una propuesta de Xóchitl Gálvez para reformar la vida interna de los partidos políticos de oposición independientemente del resultado de la elección presidencial. Yo quisiera verla encabezando el compromiso de los partidos que la postulan con la finalidad de abrir sus procesos internos mediante mecanismos más democráticos, poner al día sus herramientas de reclutamiento y detección de liderazgos, etcétera. He escrito extensamente sobre cómo hacer esto aquí.
El punto es que las campañas presidenciales mexicanas, con su absurda regulación o sin ella, siguen avanzando y aún no se observa un arropamiento integral de los partidos opositores a su candidata. Es preocupante, pero además envía señales incómodas. ¿No la arropan porque la creen incapaz de ganar o por temor a su victoria? No sé cuál escenario resulta más inquietante, pero ambos exhiben distancia y recelo respecto a la candidata. No les preocupa dañarla con su conducta y escándalos, están concentrados en mantener posiciones para ellos y sus allegados. El otro aspecto de la cuestión es la incapacidad de la candidata para incorporarlos y coordinarlos plenamente en su campaña. No parece tener el liderazgo suficiente para que la tomen en serio y le acompañen debidamente en su esfuerzo electoral.
“Es evidente que parecen aislados de la realidad por la cápsula protectora de sus partidos.”
Sigo, con inquietud profunda, los progresos del proceso electoral mexicano. Y aún no tengo motivos para suponer que la oposición esté en condiciones de recuperar la Presidencia de la República. Además de lo antedicho, me pregunto cómo van a explicarle a la militancia de los partidos que en la campaña presidencial PRI y PAN son aliados, pero en numerosas contiendas municipales serán oponentes. ¿Cómo va a funcionar esa coordinación a nivel local? ¿Cómo van a reaccionar los militantes en las localidades? Nadie habla de eso. Cada cual empeñado en ver el mundo desde su casa. Como Homer y Langley. Pero aquí estaremos dando seguimiento a estas campañas, semana a semana, agradeciendo la invitación de Disidencia y su anfitrión Pablo Majluf. Ojalá nos acompañen.
Comparto todo lo que escribes, aunque en ésta interrogante de porqué no acompañan a su candidata en este proceso tan importante y crucial, a mi me suena más desalentador (espero no sea así), que no sea que ya decidieron con su falta de apoyo aliarse al partido en el poder, pues ya que les queda, si casi todo el PRI se está moviendo a morena, con su inacción dan a entender que es mejor sumarse a ellos que pelear en contra de ellos. Bienvenido, gran columna.