No espere usted milagros
El PRI ya es irrelevante y el PAN está en esa ruta. Ambos gracias a sus dirigencias. Escribe Raudel Ávila en su columna dominical.
Escribí abundantemente en otros espacios (y en éste) de las equivocaciones analíticas de la comentocracia sobre este proceso electoral. He defendido infatigablemente a los partidos políticos como instituciones indispensables para la sobrevivencia de la democracia, a contracorriente de la opinión generalizada que los ve como organizaciones prescindibles y obsoletas.
Ahora bien, una cosa es defender las instituciones y otra muy distinta defender a sus dirigentes. Quienes encabezan el PRI y el PAN (el PRD ya no existe hasta donde entiendo) no tienen el más mínimo sentido del decoro y la decencia pública. Los resultados del domingo pasado llamaban a un elemental sentido de la responsabilidad para decir “las decisiones y la ruta que adoptamos como dirigentes de nuestros partidos los han llevado al desastre. Es momento de renunciar.” No sucedió. Buena parte de la explicación del mito del fraude y las impugnaciones masivas reside en una maniobra distractora de los dirigentes partidistas para enfocar la atención del público en un litigio postelectoral y no en la exigencia de que Alito y Marko rindan cuentas. En el caso de Marko Cortés, está próximo a concluir su período, pero es sabido que quiere dejar cercanos a su grupo al frente del PAN. En cuanto a Alejandro Moreno, ya prepara su reelección como líder nacional del PRI.
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