Narcorridos: la solución es ética y política
La libertad de expresión es un argumento insuficiente cuando se trata de un enemigo armado.
Amables suscriptores, Disidencia sale de vacaciones. La columna invitada de Óscar Constantino regresa el martes 29 de abril.

Una banda de música norteña decide tocar un narcocorrido en un palenque. Había sido advertida de la multa y expulsión del evento. No le importó: tocó la pieza y pagó una multa de 25 mil dólares. La agrupación, Los Tigres del Norte, ya había recibido vetos y sanciones por tocar ese tipo de canciones.
Destaco ese caso porque, hay que decirlo, lo sucedido recientemente con Los Alegres del Barranco el pasado 29 de marzo en Zapopan, cuando presentaron imágenes de un líder criminal y fueron reprochados, no es fuera de lo común en México. Y así como no es algo novedoso, tampoco es un tema en el que haya criterios unánimes.
La inutilidad de la ley
Por un lado, nadie pretendería encarcelar a Arturo Pérez-Reverte por haber escrito La Reina del Sur o a Mario Puzo por El Padrino. Pero hay una diferencia entre un personaje de ficción y alabar a un jefe criminal real.
La ley no ha sido útil en este tema. Si bien existe en México una figura penal para castigar la apología del delito, la poca jurisprudencia mexicana al respecto precisa que sólo se sanciona la voluntad de provocar la ejecución de un determinado delito. ¿Los músicos buscan provocar que la gente asesine, secuestre o trafique con drogas? Sinceramente no parece que esa sea su intención.
De hecho, la mayoría de las sanciones que han recibido músicos mexicanos han estado vinculadas a actividades conexas, como recibir dinero de cárteles o realizar operaciones con estos —no por exaltarlos. Incluso en Estados Unidos, cuya política en esta materia se ha endurecido, Los Alegres del Barranco sólo tuvieron una sanción administrativa: les revocaron sus visas por promover un grupo denominado como terrorista en Estados Unidos. Jalisco abrió una investigación en su fiscalía local, pero nada garantiza una sanción penal, por los criterios judiciales ya explicados arriba.
Un tema ético y político
Tratar este asunto desde el punto de vista de la libertad de expresión puede ser un ejercicio estéril.
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