Hace poco el colectivo Guerreros Buscadores halló más de 450 bolsas con restos humanos muy cerca del Estadio Akron de las Chivas, una de las sedes del próximo Mundial. Sabemos que Jalisco en particular, y México en general, es un reguero de fosas clandestinas. Apenas hace un año se encontró un rancho de exterminio con hornos humanos en Teuchitlán, fotos que dieron la vuelta al mundo por su semejanza gráfica con los campos alemanes.
Súmese la guerra civil abierta en Sinaloa y Guerrero, la convulsión en Michoacán y los enfrentamientos en el Bajío y el Norte. Todo bajo una autocracia con el poder judicial capturado y el primer lugar mundial en crimen organizado —según el Índice Global de Crimen Organizado—, y aderezado con el reciente sainete de Miss Universo, cuyo dueño es mexicano y socio del padre de la ganadora: un embarradero de huachicol, armas y corrupción.
¿Cómo puede un país así —se preguntan algunas conciencias— hospedar una Copa del Mundo? Y lo de menos es el futbol, por supuesto. La pregunta de fondo es por qué el umbral de la barbarie es tan alto como para entretenerse un verano entero como si la sangre ya estuviera domada.
Ya llegó la Navidad y con ella Disidencia está a 50% de descuento, menos de $10 pesos a la semana.
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Disidencia para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.



