Menos Zaldívares
Para sobrevivir, una república necesita precisamente lo contrario de hombres como el exsecretario de Justicia.
Hasta hace poco, uno de los acuerdos fundamentales de nuestra república era la división de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El Judicial está para salvaguardar la Constitución frente a los otros dos. Su razón de ser es servir de contrapeso. Su papel es especialmente importante en un país de caudillos como el nuestro. Si para algo sirve es para contener los atropellos del monarca en turno.
Arturo Zaldívar hizo todo lo contrario. Se entregó desde un inicio al poder presidencial cuando dijo que los ministros debían “escuchar el mensaje de las urnas”, refiriéndose al voto que el pueblo le había dado a López Obrador. No, señor: la Corte está ahí exactamente para lo contrario, para proteger a la Constitución frente a una voluntad electoral que sólo es pasajera. Luego confesó que “simpatizaba ideológicamente con el presidente”, supeditando su deber como juez constitucional a la militancia.
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