Más que una capitulación
El nuevo Estados Unidos trumpista no sólo se rinde ante Putin.
Donald Trump ha puesto a las fuerzas armadas más poderosas de la historia humana del lado del fascismo putinista, el peor criminal y máximo enemigo geopolítico del siglo 21. Ya no es sólo un rompimiento de la alianza con Europa ni un abandono de Ucrania, sino un respaldo explícito a un genocida, invasor, asesino de niños, criminal de guerra y, lo más grave, adversario declarado de la sociedad libre: todo lo contrario a lo que se supone representa el experimento americano.
Difiero de quienes, en estos días, han hecho un retrato cínico de Estados Unidos diciendo que no se derrumbó ningún referente moral porque siempre ha sido igual de despiadado y brutal que cualquier otro imperio, y que no es la primera vez que apoya tiranos ni traiciona aliados en aras de sus beneficios.
Ciertamente ha tenido episodios oscuros, pero tengo para mí que es la primera gran hegemonía más o menos benevolente en la historia, no sólo constreñida por leyes internas, un Estado de derecho, divisiones republicanas y cortes independientes, sino, más que nada, una orientación liberal, cierta brújula ética que al menos le permitía reconocer a los enemigos de la civilización y condenar atrocidades como el exterminio, los crímenes de guerra y el genocidio. No recuerdo un imperio más abocado a la libertad. Lanzo el desafío.
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Disidencia para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.