Marco Aurelio y la política real
Retrato de un gobernante virtuoso y el peso insoportable del poder.
Antes de que termine el verano, quiero recomendarle una novela colombiana del escritor Pablo Montoya. Su título es Marco Aurelio y los límites del imperio.
En los últimos años, el género de ficción inspirado en la antigüedad clásica grecorromana ha sido objeto de innumerables abusos por las series de televisión, el cine y los bestsellers. Como sucede con todos los abusos, el exceso cansa, e incluso hastía. No obstante, quiero pedirle que le dé una oportunidad a este libro.
En la mejor tradición de Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, la novela está contada como una serie de pensamientos del emperador en sus momentos de ocio. No obstante, tiene la ventaja de que no aburre al lector con las obsesiones homosexuales del personaje, a la manera del libro de Yourcenar empeñado en perder el tiempo con eso. Aquí, Marco Aurelio reflexiona sobre la vida, la filosofía, pero más importante aún, la realpolitik. Hay un choque permanente en la conciencia de este hombre entre las responsabilidades del gobernante y los principios morales del humanista. Esa tensión marca el libro en forma muy instructiva.
Lamentablemente, el libro no tiene secuencias de acción y grandes conspiraciones romanas, a la manera de la grandísima novela Yo Claudio, de Robert Graves. Como es la costumbre de los novelistas latinos, en el libro parece que nunca pasa nada salvo pensamientos. A pesar de ello, la novela no aburre, pues cada capítulo se ocupa de aspectos distintos en la vida de la Roma imperial.
Tiene la desventaja eso sí, de que los personajes secundarios pasan prácticamente de noche y uno termina el libro habiendo olvidado a todos. Lo único que se queda en la mente del lector es la profundidad analítica de Marco Aurelio, como si fuera el único personaje en toda la novela. Y sin embargo, tampoco se vuelve entrañable, a diferencia del Augustus de John Williams.
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Con todo, esa incapacidad de volver cercano al personaje refleja bien la frialdad intelectual de Marco Aurelio. No es un hombre entregado a la emocionalidad, sino al pensamiento y la toma de decisiones. Inclusos sus amores y sus pasiones son bastante secundarias en el libro, pues más bien todo el tiempo interrumpen el curso de sus pensamientos las preocupaciones sobre el bienestar del imperio. Cuando habla del amor que siente por sus hijos o el supuesto frenesí sexual que le infunde su joven amante, una mujer que transpira sensualidad, el lector se queda indiferente. Y es que lo verdaderamente importante para el Marco Aurelio de la novela son las inquietudes y zozobra que nunca le abandonan por los peligros que aquejan al imperio ante la amenaza de los bárbaros.
“Uneasy lies the head that wears a crown”, decía Shakespeare y aquí lo vemos reflejado con toda fidelidad. Marco Aurelio como un hombre plenamente absorbido por la incesante responsabilidad de mantener el orden y la gobernabilidad en territorios cada vez más amplios y distantes. Marco Aurelio como el ser humano incapaz de gozar de descanso, pues todo el tiempo lo asedian con problemas en algún lugar de su vasto imperio. Marco Aurelio, en suma, como el hombre incapacitado para ser feliz, pues no hay un momento de su vida en el cual dejen de presentarle asuntos de urgente resolución, sean relativos a la guerra, la economía o la intriga palaciega. Marco Aurelio pues, como un político responsable, esa especie tan extraña en nuestro tiempo.
Sólo por eso, vale muchísimo la pena esta novela, pues en ella vemos el trabajo de gobernar como un esfuerzo interminable y siempre insuficiente. No es la típica novela sobre Roma pletórica de sexo, violencia y grandes dramas. Es una novela sobre el dificilísimo y muchas veces, tediosísimo trabajo de la política real. No se la pierda.