López Obrador siempre se ha presentado como un perseguido. No el engendro del viejo régimen que ha vivido décadas del sistema que en realidad es, sino como un proscrito. Cuando era opositor en los años de la transición, aquel arquetipo encajaba bien en la ecuación dramática porque en efecto desafiaba al poder. Era el rebelde y además usaba las tácticas …
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