López Obrador y los libros
La publicación de libros de AMLO puede estar ya obedeciendo más a un asunto religioso.
Durante años, me he preguntado por la obsesión que manifiesta Andrés Manuel López Obrador de publicar libros, como si fuera un vendedor de obras de autoayuda ansioso de seguir presente en las mesas de novedades. A ratos, me recuerda a José María Escrivá de Balaguer y sus seguidores del Opus Dei, quienes devoran todo lo que publicó su fundador como si hubiera sido un autor medianamente estimable. En cada momento de su vida, y a cada coyuntura política que considera significativa, AMLO publica un libro. Subrayo, publica, puesto que no tengo certeza de que sea él quien los escriba. De cualquier manera, encuentro muy desconcertante su necesidad de alardear de dotes intelectuales que claramente no tiene.
Fuera de los propagandistas intelectualmente insignificantes de la izquierda mexicana (y aún entre ellos cuando se atreven a hablar en privado), nadie serio le reconoce ninguna estatura académica, filosófica, historiográfica o analítica a López Obrador. Tampoco la necesita, es un político habilísimo que derrotó y le quebró para siempre el espinazo a toda la clase política de la transición, una elite absolutamente desconectada de la realidad mexicana. Ya lo he dicho aquí, AMLO se parece al rufián del parque que les gana sus canicas a los niños ricos de la colonia en una sola jugada. Años después, estos siguen llorando, preguntándose cómo fue posible su derrota, si ellos jugaron con las reglas que les enseñó “la miss” en sus escuelitas privadas.
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