Las campañas electorales y los militares
¿Qué vale más para para los militares hoy: honor, distinción y respeto, o dinero y poder? Escribe Raudel Ávila en su columna dominical para Disidencia.
Este viernes, el Financial Times publicó en su popular sección Lunch With una entrevista con el general estadounidense Mark Milley. En la entrevista, Milley es muy parco en sus expresiones sobre la campaña electoral en curso en Estados Unidos, pero advierte su preocupación de que los norteamericanos están hartos de la guerra como resultado de las experiencias en Irak y Afganistán. Esto, naturalmente incide sobre la posición del público americano ante la guerra en Ucrania y un posible choque con China en Taiwán. Vale decir, hay un enorme porcentaje de la población favoreciendo el aislacionismo.
Lo más interesante no es lo poco que declara Milley, sino lo que ha hecho en su vida. Milley, general de cuatro estrellas, ocupó la titularidad del US Joint Chiefs of Staff y discretamente, intentó ser un custodio de la constitución norteamericana en medio de las crisis que podía propiciar el carácter mercurial del trumpismo. Por una parte, la prensa filtró en su momento que fue Milley quien evitó que Trump atacara Irán hacia finales del 2020 para incrementar su popularidad y cohesionar a su base contra un enemigo externo. Por otra, lo que está plenamente documentado es cómo el general Milley hizo llamadas telefónicas a sus contrapartes chinas para garantizarles que Trump no lanzaría un ataque militar contra ellos en medio de la campaña presidencial de 2020. Y volvió a llamar a los altos mandos militares chinos para calmarlos y darles garantías sobre la continuidad institucional en Estados Unidos a pesar de la tentativa golpista en el Capitolio el 6 de enero. Los chinos temían, posiblemente con razón, que, en medio de las tensiones electorales y postelectorales, Trump decidiera subir la apuesta y huir hacia adelante iniciando una guerra con China. Ahí estaba Milley para evitarlo. Un par de años más tarde, Trump acusó públicamente a Milley de haberlos traicionado a él y a su gobierno, pero Milley contó en audiencias en el Congreso estadounidense que lo había hecho para “evitar una guerra entre las súper potencias.” El general contó que siempre carga un pequeño ejemplar de la constitución en su bolsillo para recordar a quién le debe lealtad suprema. En otras palabras, en un momento de severísima crisis institucional de la democracia americana, Milley representó a las fuerzas armadas como guardianes del orden constitucional.
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