La trampa del archivo
Voyeur de Venal advierte cómo el Ejército dejó de obedecer para empezar a exigir.
Este 2 de julio se conmemoró la muerte de Porfirio Díaz, el general que inauguró, con uniforme y espada, setenta años de gobiernos militares en México. Un régimen sólo interrumpido por un breve paréntesis espiritista y voluntarista: el de Madero.
Traigo a cuento la efeméride porque lo que ocurre hoy —con un Ejército silencioso pero meticuloso— parece una tentativa de regreso a ese pasado.
Intentaré explicar cómo la erosión democrática, el nombramiento de leales sin mérito, el desmantelamiento institucional, la connivencia con el crimen organizado y el desprecio por la inteligencia del actual régimen han sido aprovechados por los militares para extender su control sobre el país.
Tomemos el caso de Tabasco como microcosmos:
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