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La revocación como despojo
Plumas invitadas

La revocación como despojo

Las amenazas del régimen a TVAzteca exhiben la regulación autoritaria de las telecomunicaciones.

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Oscar Constantino Gutiérrez
may 13, 2025
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La revocación como despojo
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Artista: Delta Sauce

Paco Ignacio Taibo II dijo que debía expropiarse TVAzteca. Lo afirmó con ese desparpajo socialista con el que propone penas de muerte y linchamientos de opositores, como si fuera un comisario revolucionario.

Claudia Sheinbaum —con más tacto y menos pólvora— dijo que no, que eso no estaba en los planes. Y, en teoría, ambos se equivocan: una concesión de televisión no se expropia, se revoca. Pero a veces las palabras son más decentes que los actos. Y el derecho mexicano tiene un talento peculiar para vestir la rapiña de legalidad.

Una concesión de televisión no es propiedad del concesionario. Es una autorización para explotar un servicio público, condicionada, revocable y temporal. Se otorga para usar el espectro radioeléctrico, un recurso que el Estado administra como quien reparte con reloj: da, pero puede quitar. No se necesita juicio, ni decreto, ni indemnización (en principio). Basta con que la autoridad reguladora en telecomunicaciones decida que ya no cumples, que eres problemático, que ya no conviene. Y en ese momento se activa la trampa.

Resulta que los títulos de concesión —esos documentos legales, invisibles pero decisivos— contienen una joya siniestra: la cláusula de reversión. Una línea seca que dice, en pocas palabras, que los bienes “afectos al servicio” regresan al Estado si se acaba la concesión. ¿Cómo regresa lo que el Estado no creó? Misterios del autoritarismo. Y lo que retorna no es menor: las torres de transmisión, los equipos esenciales, las frecuencias… todo eso cambia de manos sin que nadie grite “¡exprópiese!”

A veces hay compensación. Pero no esperemos justicia. El precio lo fija el Estado, y no con criterio de mercado, sino al valor fiscal, depreciado, sin margen. Si invertiste millones, prepárate para cobrar centavos. Y si la concesión simplemente vence —sin renovación—, ni eso: los bienes pueden pasar al Estado sin pago alguno, como si fueran suyos desde el principio.

Todo esto es legal. Y todo esto es, también, un despojo cuidadosamente empacado.

Pero el asunto no termina en las torres y equipos.


No te pierdas en vivo a Paco Calderón, monero del periódico Reforma, en nuestro próximo Conversatorio. Miércoles 21 a las 19 hrs CDMX. Hazle tus propias preguntas.


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Una publicación invitada por
Oscar Constantino Gutiérrez
Consultor en políticas públicas y Derecho. Académico. Escribo en la revista Letras Libres. Doctor en Derecho (San Pablo CEU, Madrid). Liberal clásico.
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