La noche de los cuchillos largos
Una runfla se apresta a darle el golpe a la República.
Lo que he visto desde mi burbuja minoritaria en estas últimas semanas es a una runfla enquistada en el poder –gente realmente de muy baja estofa–, encabezada por una vulgar plagiaria, linchando a la Suprema Corte y al Poder Judicial para consumar el golpe a la división de poderes con la venia del Pueblo expectante.
Desde el propio flanco judicial la acompaña la ministra (es un decir) Batres, muy empoderada como si no la persiguiera la sombra de la más temible mediocridad, como si fuera una jurista calificada para estar opinando sobre reformas judiciales, como si no fuera una comisaria política. Lo más repugnante, sin embargo, es ver al delator Zaldívar estelarizando de viva voz y con léxico de monero oficialista la ofensiva. Su mera participación es la mejor señal de la naturaleza rencorosa de la invectiva.
Por su parte, Mier y Monreal son los halcones legislativos del presidente para imponer el “Plan C”, los verdugos del único contrapeso que quedaba. No es necesario indagar en su oscurísimo pasado, basta escucharlos mentir sobre la experiencia boliviana –único país en el mundo que elige por voto popular al Poder Judicial y el modelo en el que se inspira el golpe mexicano– para confirmar que en efecto ha llegado lo peor de la política al poder.
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