La cenicienta MAGA
Los jóvenes trumpistas regresaron al poder con todo un ímpetu sospechoso.

A los estadounidenses les importa mucho lo que allá llaman cultura, que no tiene el mismo significado que acá. Allá se refiere a las dinámicas sociales, la comunicación, las modas, los valores y las conductas aceptables —que ciertamente son parte de la cultura pero no toda—, mientras que en el mundo hispanoamericano cultura generalmente se refiere al folclor popular —“en ese pueblito hay mucha cultura”—, o a las altas artes —“ese hombre tiene mucha cultura”—.
En ese sentido, en Estados Unidos se libra una guerra cultural —así le llaman— desde hace unos buenos años entre el progresismo extremo, conocido como ideología woke, y el conservadurismo. Algunos alegan que buena parte de la victoria de Trump es atribuible a los excesos del wokismo, entre los que se cuentan la censura, la persecución, las cuotas, la mutilación genital y el adoctrinamiento escolar.
La victoria de Trump ha llevado a algunos a concluir que el wokismo ya perdió definitivamente. Yo sostengo que habrá que ver, pues es muy posible, dada su esencia marxista y posmodernista, que se transforme y regrese con otra cara, justo como ya una vez transitó de la defensa del proletariado a la de cualquier oprimido.
Quien más celebra, naturalmente, es el trumpismo, pues significaría su propia victoria. Los conservadores están sumamente contentos de que se hayan esfumado por fin los queers, transexuales, jotos, pelos morados, tatuados, y en general toda la comunidad del alfabeto y la degeneración, o por lo menos que ya no sean ostentados desde la política y los medios como símbolos de virtud moral. Tengo para mí que será imposible esconderlos, y que una sociedad liberal en todo caso debe darles cabida, siempre que no se metan con niños ni usurpen las leyes ni méritos.
Un ejemplo de este furor lo generó la reciente portada de la New York Magazine, donde se ve a esa juventud impetuosa en una fiesta por el regreso de Trump. Muchas voces aplaudieron la portada proclamando la victoria, señal de que ha regresado la normalidad: el glamour, la limpieza, el orden, el deber ser, las jerarquías, las tradiciones — todos esos buenos valores de la derecha. También los Golden Boys, los All American y las mujeres hermosas.
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