La Banda del Peugeot
Voyeur de Venal, de paso por Madrid, se sienta a escuchar lo que murmura la madre patria.
Occidente enfrenta un doble desafío. Hacia el exterior, libra guerras en sus fronteras físicas —en Ucrania y en Israel—, y también en sus fronteras culturales, desbordadas en los márgenes urbanos europeos por el impacto de las migraciones islámicas.
Al mismo tiempo, hacia el interior, combate su propia degradación: populismos demagógicos que lo corroen desde dentro, ya sea bajo la retórica de las nuevas izquierdas o bajo el repliegue identitario de las derechas nacionalistas.
En ese segundo frente —el del deterioro interno—, aprovecho mi estancia en España para ofrecerles una crónica directa del ambiente enrarecido que se respira aquí:

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