Germán Larrea no es propiamente un empresario con méritos creativos, como aquellos genios estadounidenses que se hicieron inmensamente ricos a consecuencia de su inventiva y arrojo, dándole algo valioso a su sociedad y de paso al mundo entero. Es apenas un concesionario, un administrador bursátil, un monopolista, una fortuna creada al amparo del poder p…
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