Héroes, villanos y el espíritu del tiempo
Sobre las metáforas dramáticas del poder según quién gane la elección. Xóchitl cerró con gracia. Claudia en su peor semblante.
No sé quién ganará la elección. Genuinamente creo que está en el aire y será una contienda cerradísima en la que chocarán dos trenes. De un lado está la estructura corporativa, la movilización, la coacción, las clientelas sociales, los sindicatos: en pocas palabras, el voto inducido del régimen nacional-populista. Del otro, la ciudadanía desorganizada, el votante libre, la clase media, las familias, los citadinos.
Desafortunadamente, en la política real no necesariamente ganan los buenos, o no ganan por ser buenos. Por eso, para el análisis frío, no sirven los relatos ni las epopeyas, no sirve la justicia teleológica de buenos y malos. Pueden ganar –muy a menudo lo hacen– los malos: los más corruptos, desalmados, autoritarios, mentirosos, cínicos y perversos, pues sencillamente tienen más recursos, poder, control, desfachatez, y a veces simpatizan con ellos más ingenuos. De modo que no puedo asegurar que en esta ocasión pierda la oscuridad instalada en el poder, aunque lo deseo profundamente.
Lo que sí creo, y para lo que sí sirven esos relatos y ecuaciones dramáticas, es para las metáforas que nos contamos después. Esas sí tienen influencia en el ejercicio del poder venidero. Tengo para mí que Xóchitl cerró con el momentum, esa mezcla de energía, chispa y gracia. Si hace unas semanas el ánimo era de pesimismo resignado, a partir de la última marcha rosa fue de entusiasmo y esperanza. Ya es inocultable el ansia de buena parte del país por sacar del poder a un gobierno infame.
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