Generación Z
La juventud no es un proyecto político y no salvará a México. La oposición sigue buscando redenciones milagrosas en lugar de construir liderazgos.
Es el cuento de nunca acabar. Ya llegaron los propagandistas de la nueva gran revelación de la política mexicana: la generación Z. Dejemos de lado el nombre, que es intrascendente. Una vez más, la oposición o sus consultores millonarios, pero siempre derrotados en las urnas, venden la ilusión de un nuevo milagro que sacará las fuerzas opositoras del sótano en el cual habitan. Desde hace ya varias décadas existe un optimismo desbordado sobre la juventud, como si ésta, por sí misma, constituyera un mérito político, garantía de integridad o de capacidad. Ninguna de las anteriores.
Como he explicado aquí y en otros espacios, la política es una actividad profesional por antonomasia, y no será la inexperiencia propia de la juventud la que nos resuelva el vacío de liderazgo en el país. La insignificancia intelectual de una generación que con dificultades acredita lectura de comprensión suficiente para concluir un libro, no podrá desarrollar aptitudes políticas que permitan el desmontaje de un nuevo aparato autoritario.
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