Europa entre enemigos
Voyeur de Venal nos cuenta los entretelones de la negociación para la supuesta paz.
Esta semana se reunieron al mismo tiempo Trump, Zelensky, los principales líderes europeos y Mark Rutte, secretario general de la OTAN, en la Casa Blanca.
Este observador, con fuentes directas —un corresponsal acreditado y una empleada de la Casa Blanca— pudo reconstruir los entretelones de esa cumbre.
El gran telón de fondo es sencillo: Donald Trump busca el Nobel de la Paz, ansioso por superar a Obama con el lema “soy el presidente que más guerras ha solucionado en la historia; ya llevo siete.”
La crónica arranca el viernes previo, cuando Trump recibe a Putin con honores y alfombra roja. Quiere negociar un acuerdo de paz en Ucrania y, de paso, diseñar una estrategia conjunta para presionar a Europa.
Pero el ruso huele la obsesión y sube mucho la apuesta: exige territorios aún no ocupados, desarme total de Ucrania, veto para entrar a la OTAN, la salida de Zelensky y, en suma, regresar al mapa anterior a la caída de la URSS. Una locura.
Trump, frustrado, convoca a Zelensky. Este, prevenido por experiencias anteriores, pide ir acompañado de los líderes europeos. Trump acepta, aunque les impone un gesto de humillación: entran por la puerta trasera de la Casa Blanca, recibidos por personal de protocolo, mientras él recibe personalmente al ucraniano.
Ya en el Salón Oval, Trump sienta a los europeos alrededor de su escritorio y plantea un borrador:
Ucrania cedería Crimea y parte del Donbás, renunciaría a la OTAN y celebraría elecciones en dos años, a cambio de un desarme parcial, una fuerza internacional en las fronteras, intercambio de prisioneros y el regreso de los niños secuestrados.
Putin rechaza todo y exige además la participación de China en la fuerza de paz.
Así que Trump cambia de guion: convierte la cumbre en un mercado de armas. Cien mil millones de dólares en contratos para Ucrania, pagados íntegramente por Europa. Y deja sembrada la idea de una cumbre en Budapest con Putin y Zelensky: si hay paz, la gloria será suya; si fracasa, el costo lo asumirán ellos.
La conclusión es brutal en su simpleza: para Trump, la negociación es un trofeo; para Putin, un tablero; y para Europa, la factura. Lo sorprendente es que el viejo continente parece no querer ver que, al calor de las negociaciones, duerme entre enemigos.
—Voyeur de Venal
Es increíble como ha cambiado la geopolítica con el segundo mandato de Trump, un tipo pedrestre en política exterior, un mercenario. Europa estuvo mucho tiempo en su zona de confort confiando en USA como eterno garante de La Paz mundial y su defensor, si no toman acción y cambian el chip pronto, pueden ser engullidos por Putin y Trump
El peor enemigo de los europeos son ellos mismos. Se entregaron a Rusia por petróleo y gas, han sido indolentes en su autonomía militar, las regulaciones autoimpuestas han limitado su desarrollo económico, de nuevas tecnologías y de empresas globales. Muchos países de Europa están endeudados hasta el cuello tratando de mantener estados de bienestar impagables. Si no entienden que más les conviene poner dinero en Ucrania porque es la barrera que los separa del imperialismo Ruso y, después de todo, Ucrania pone los muertos, si no entienden eso, su decadencia definitiva estará sellada.
Por otra parte, aunque Putin quiere aparentar fortaleza, realmente está en graves problemas. El deterioro demográfico de Rusia es insalvable (especialmente de la etnia Rusa blanca), su economía depende de poder continuar vendiendo petróleo y gas (su infraestructura es su talón de Aquiles militar), la inflación continúa subiendo, igual que las tasas de interés, y vive aterrado de perder el poder por un golpe de Estado interno o ser asesinado. Además, los Chinos no son un aliado confiable, en cuanto vean crecer el deterioro de Rusia, tomarán Mongolia y probablemente algo más.