El reloj de la democracia liberal
Como todo orden político, la democracia liberal obedece a ciclos históricos. Saber en qué hora vivimos es el primer paso para evitar el naufragio y forjar lo que sigue.
El politólogo británico David Runciman, profesor en la Universidad de Cambridge, publicó hace unos años el libro How Democracy Ends (hay edición en español en Paidós: Así termina la democracia).
El título pareciera evocar el famosísimo e importantísimo libro Cómo mueren las democracias de Daniel Ziblatt y Steven Levitsky, pero no se deje engañar. El libro de Runciman tiene una aproximación distinta y, a mi juicio, más profunda.
No es la historia inmediata de los colapsos democráticos y la llegada al poder de dictadores sino, entre otras cosas, una revisión del final de los sistemas políticos a lo largo de la historia.
La humanidad ha conocido monarquías, repúblicas, imperios, democracias, dictaduras, sistemas feudales, etcétera. Y todos han llegado a su fin una vez que se cumple su ciclo histórico. Constituiría una anomalía entonces que la democracia liberal no tuviera un punto final.
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