El papel de las universidades ahora
Las universidades podrían ser oasis de libertad en medio de la hegemonía obradorista y el desplome de los partidos políticos. Pero... ¿Quieren? Escribe Raudel Ávila en su columna dominical.
Durante los momentos más duros del autoritarismo priista, la autonomía de las universidades públicas sirvió como contrapeso real a favor de la actividad intelectual. Los gobiernos priistas podían darse el lujo de cerrarle espacios mediáticos en los grandes canales y radiodifusoras a los intelectuales y académicos universitarios, pero resultaba inconcebible que se atrevieran a solicitar el despido de un profesor en las universidades públicas.
Esos intelectuales con las puertas cerradas en los medios masivos de comunicación, publicaban con entera libertad en las revistas y editoriales universitarias. Podían llegar a conducir programas televisivos o radiofónicos en los canales y emisoras de las universidades públicas. Cierto que las audiencias de aquellos programas eran reducidas, pero mantenían un espacio para difundir sus ideas.
El carácter mítico de la autonomía universitaria (en su sentido positivo y negativo) evitaba la intromisión gubernamental sobre el diseño de los planes de estudio y, por consiguiente, de las materias impartidas, así como los profesores titulares en dichos centros de enseñanza.
La izquierda encontró refugio muy hospitalario en las aulas de las universidades públicas para criticar al gobierno en turno y al sistema mismo. Si bien al inicio parecían tener sólo una incidencia política marginal, con el tiempo esos profesores influyeron en la formación de docenas, centenares y hasta miles de personas. Desde aquellos espacios, la izquierda adoctrinó a generaciones enteras de profesionistas que con los años se convirtieron en votantes del PRD y luego de Morena.
En el caso de la derecha, sucedió un fenómeno similar. Los intelectuales y académicos conservadores encontraron espacio para difundir sus ideas en las aulas de las universidades privadas. Ahí formarían a los empresarios, simpatizantes y militantes futuros del panismo, tanto en la capital del país como en las ciudades más grandes de la provincia.
En la configuración del nuevo sistema hegemónico que se cierne sobre México, el papel que asuman las comunidades universitarias públicas y privadas será trascendental para promover (o no) la apertura gradual del ordenamiento político. Esto implica la responsabilidad primordial de los rectores en defensa de la libertad de cátedra y la construcción de un entorno de docencia e investigación plural.
Hasta el momento, las señales no han sido muy alentadoras. Las universidades públicas han visto restringido su margen de maniobra en la medida que siguen dependiendo fundamentalmente del presupuesto público. En varias décadas no han logrado (¿ni querido?) aumentar sus fuentes de ingreso más allá de los recursos del erario. De manera que cuando aspiran a posicionarse con independencia del gobierno en algún asunto público, terminan retractándose en forma vergonzosa al primer apretón o queja del oficialismo.
Y en lo referente a las universidades privadas, su silencio ha sido insólito. Quizá para evitar que les desmantelen el negocio o que los investigue el SAT, los conglomerados de universidades privadas tampoco han logrado constituirse como núcleos de pensamiento con capacidad de articular una visión y propuesta de país distinta.
“Hasta el momento, las señales no han sido muy alentadoras.”
Por su parte, los antiguos canales de televisión pública, donde el priismo consentía la difusión de voces independientes, hoy se han convertido en espacios de propaganda del partido en el poder. Incluso la editorial estatal (el FCE) que tenía prestigio internacional por su catálogo de autores independientes procedentes de todo el orbe, ha dejado de publicar obras críticas del régimen.
Por consiguiente, en ausencia de partidos políticos realmente competitivos, solo quedará el mundo de las aulas universitarias para cuestionar e inconformarse frente al régimen. Si éstas terminan plenamente capturadas o aportan su consentimiento tácito mediante el silencio, la agenda de libertad en México atravesará los días más oscuros de su historia.
Yo trabajo una Universidad pública y en cualquier oportunidad les hago notar las virtudes del “echaleganismo” y de la necesidad de hacer sacrificios para lograr tus objetivos y tener futuro próspero. Con la mayoría el mensaje no llega, pero hay unos pocos que se titulan y tienen una fuente de ingresos propia, producto de sus conocimientos