El horror no debió sorprendernos
La barbarie de Teuchitlán estaba anunciada, escribe Raudel Ávila.
Hace muchos años entrevisté a Jorge Montaño, embajador de México en Estados Unidos durante la negociación del TLCAN original. Estaba por abrirse el último capítulo del tratado, correspondiente a los productos agrícolas, pues al campo mexicano se le concedió una prórroga de 14 años antes de abrirse comercialmente, para que se preparase y pudiese competir contra la producción norteamericana.
Mi interés estaba constreñido al impacto que pudiese tener la apertura de ese último capítulo sobre Sonora, mi estado, de vocación agrícola y ganadera como el que más. Con esa paciencia y elocuencia anecdótica de los experimentados políticos priístas de antes, Montaño me explicó la naturaleza de la relación bilateral México-Estados Unidos.
“Imagínese que usted vive en un edificio de departamentos y un día le llega el olor de marihuana del departamento de su vecino. Usted guarda silencio y por prudencia no comenta nada. Al día siguiente, oye una fiesta con música estruendosa en el departamento del mismo vecino. Un día más tarde, escucha al vecino golpear a su esposa y tirar balazos en la azotea. La siguiente semana ve llegar camionetas sospechosas con el vecino y empieza a presentarse gente a comprarle marihuana. Usted sigue tratando de llevar la fiesta en paz, pero un día se da cuenta que su propio hijo le compra droga al vecino y se ha vuelto adicto. La cosa ya llegó hasta su casa y no puede quedarse sin hacer nada. Pronto, su otro hijo ya también está consumiendo drogas del vecino. Así que la paciencia de usted llega al límite y decide intervenir. Antes de hacerlo, recibe una cínica solicitud de préstamo del vecino, que derrochó el dinero de su economía familiar en parrandas y elefantes blancos. ¿A usted le preocupa el bienestar de la esposa del vecino y su situación económica, o sólo quiere evitar que los problemas del fulano lleguen hasta su propia puerta? Así nos ven los americanos, como ese vecino problemático cuya situación nunca deja de empeorar. Imagínese entonces la dificultad del trabajo del embajador de México ante Washington.”
Y añadió algo que me dejó helado:
Para seguir leyendo te invitamos a suscribirte al plan completo y apoyar a Disidencia por sólo $20 pesos a la semana.
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Disidencia para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.