Choque de civilizaciones
Para sobrevivir, Occidente debe librar con firmeza las batallas del siglo en Ucrania y Medio Oriente.
Las guerras desenvolviéndose ahora mismo en Ucrania y Medio Oriente no son locales ni están acotadas a los territorios disputados. Ni siquiera son solamente conflictos bélicos. Son disputas civilizatorias en la que se juega la estabilidad de Occidente y los valores que lo inspiran y representan: la libertad, la democracia, el laicismo, el capitalismo. Perder alguna o ambas podría poner en entredicho la Modernidad, ese esplendor que ha producido a las sociedades simultáneamente más ricas, libres, justas e igualitarias en la historia humana.
Por ello, Rusia tiene el apoyo de China, la India de Modi, Corea del Norte, Bielorrusia, Hungría y algunas dictaduras latinoamericanas; a Ucrania la respalda la OTAN, liderada por Estados Unidos. Por su parte, el grupo terrorista islámico Hamás tiene detrás a los ayatolas en Irán, los alauitas en Siria, Hezbolá en el Líbano, y los hutíes en Yemen; Israel cuenta con Europa, Estados Unidos y algunos países suníes de la península arábiga. En ambas guerras están inmiscuidos los mismos actores. Es la antesala de una guerra mundial.
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