Censura en las redes: al régimen se le ve el plumero
Es la segunda vez que Ricardo Monreal intenta "regular" el internet y las redes sociales con excusas de protección a los vulnerables. La intención real es el control, escribe Óscar Constantino.
El pasado 6 de marzo, Ricardo Monreal tuvo que retirar su más reciente intento de controlar las redes sociales. La iniciativa buscaba reformar el Código Penal Federal en materia de violencia digital, bajo el pretexto de proteger a los usuarios del ciberacoso y otras formas de agresión en línea. Sin embargo, el rechazo inmediato de la sociedad y los expertos forzó su retirada, resaltando que la intención real era otra: abrir la puerta a la censura gubernamental. El mismo día que Monreal retiró su iniciativa, Morena encabezó un parlamento abierto donde el diputado Sergio Mayer citó a Noam Chomsky, para quejarse de que las elites manipulan la información en las redes.
No es la primera vez que Monreal intenta meter mano en el mundo digital. En 2021 ya había promovido una iniciativa para someter a las plataformas a la supervisión del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), bajo el argumento de garantizar la libertad de expresión. Lo que realmente pretendían era tener el control sobre lo que se dice y quién puede decirlo. Ahora, con la celebración de un parlamento abierto sobre la regulación de redes sociales, queda claro que el régimen no ha abandonado su objetivo de acallar a la disidencia.
Una maniobra burda
A la maniobra se le ve el plumero: Morena alega las causas más nobles, como la protección de los débiles —por ejemplo los niños y minorías—, cuando en realidad lo que pretenden es evitar que la conversación pública sea definida por grupos diferentes a la clase política en el poder.
La estrategia es la misma de siempre: disfrazar el autoritarismo con un discurso de protección. ¿Quién podría oponerse a combatir el ciberacoso? El problema es que Morena no busca proteger a los ciudadanos, sino blindarse a sí mismo de la crítica. Cuando un gobierno insiste en regular la conversación pública bajo pretextos tan laxos como la “ética”, la “responsabilidad” y el “ejercicio sano de la libertad de expresión”, lo que realmente quiere es definir qué se puede decir y qué no.
Censura disfrazada de regulación
La última pieza de Monreal es un monumento a la ocurrencia: bajo el paraguas de los delitos cibernéticos relacionados con el uso indebido de tecnologías de la información y la inteligencia artificial, establecía tres tipos de delitos: a) violencia digital; b) violencia mediática; c) ciberbullying y ciberacoso.
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