Castañeda: El futuro cercano
Entrevista a Jorge G. Castañeda sobre México y el mundo.
Después de perder algunas batallas políticas decisivas en su Florencia amada, Niccolo Maquiavelo se refugió en su casa de San Andrea en Percussina, al sur de la ciudad donde solía ejercer su vida pública. En una carta famosa a su amigo Francesco Vettori, el viejo Nicolás le comentó que él había nacido para leer, en noches propicias, los grandes libros: Dante, Petrarca, Tíbulo, Ovidio, para sólo citar a los que él cita en su misiva. Y agrega: “vestido decentemente, entro a las Cortes de los gobernantes antiguos que llevan tiempo muertos… Cuatro horas pasan sin que yo tenga un sentimiento de ansiedad. Olvido toda preocupación y ya no le temo a la pobreza o a la muerte. Vivo a través de ellos.”
El departamento de Jorge G. Castañeda en Polanco también está arreglado para leer: lo que lo preside son libreros repletos de volúmenes que, como buen lector, debe conocer bien, aunque no los haya leído todos. Recargadas en varios libros hay fotos de Castañeda retratado con altas figuras de la política nacional e internacional, pero también con intelectuales latinoamericanos prominentes: Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa.
La comparación con Maquiavelo no es gratuita. Castañeda tiene fama de entender y practicar la política con realismo florentino.
Como el autor de El Príncipe, ahora él puede reflexionar, en compañía de sus autores favoritos, sobre su agitada y larga vida política e intelectual.
Su biografía, publicada hace 10 años, es la de un trotamundos con sede en México. Cuando sale a recibirme, me cuenta que ya no enseña en NYU, universidad en la que dictó cátedra a latinoamericanistas de todo el planeta, aunque en particular estadounidenses. “Ya me jubilé en NYU, pero ahora puedo pasar un par de meses al año en París”, me dice con un gesto de alivio de quien todavía toma aviones trasatlánticos.
Quien conozca su historia, sabe que París es la otra gran metrópolis que gravita sobre él, después de la Ciudad de México, donde ha decidido permanecer para seguir fastidiando, diría él, a las buenas conciencias de la política y la intelectualidad mexicana. En la sala de su departamento, hablamos de graves temas contemporáneos.
Platiquemos un poco de asuntos contemporáneos de México, Estados Unidos y el mundo. Acabo de volver a leer tu libro, Amarres Perros, que se publicó hace justo una década. Si tuvieras que hacer un agregado al libro en donde pudieras describir los cambios en México en los últimos años, ¿qué dirías?
El libro es en parte sobre lo que ha sucedido, digamos, en los últimos 50 años, en México, parte en el mundo, y, sobre todo, en mi propio itinerario. Después de escribir eso hace diez años, relativamente joven, no tendría yo mucho más que contar a propósito de mí mismo, porque realmente estos años seguí escribiendo, publiqué varios libros y seguí un poco metido en política en la campaña del 2018. Más bien tendría que contar lo que ha pasado en México y no sé exactamente cómo lo enfocaría. Por eso no me he propuesto escribir un nuevo libro. Obviamente el tema central tendría que ser por qué se produjo el triunfo de López Obrador en 2018 y luego el triunfo de Sheinbaum en 2024. Lo que seguramente diría es que se trata de dos gobiernos con políticas extremadamente dañinas, nocivas para el país y al mismo tiempo altamente populares. Pienso que la explicación de eso yace en el mal desempeño de los gobiernos anteriores: los de Peña, Calderón, Fox, Zedillo y Salinas. A este último no se le puede acusar de mucho, pues sentó las bases de los cambios que vendrían. Pero a los otros sí les tocaba haber hecho algo mejor. Zedillo llegó en una situación extraordinariamente difícil y en realidad lo más que pudo hacer fue sacar al país de una situación difícil: hacer dos o tres reformas y aceptar la derrota del PRI. En lo que se refiere a Fox, Calderón y Peña, se podría decir que hubo circunstancias atenuantes, si quieres, que explican por qué fueron sexenios que no cumplieron con las expectativas. Pero el hecho es que, si te vas desde Salinas hasta Peña, pues, en una serie de cosas, evidentemente no supieron satisfacer las esperanzas de una buena parte de la sociedad mexicana. Y entonces esa parte de la sociedad, en modo alguno abrumadoramente mayoritaria, pero sí mayoritaria, pues se volcó hacia una especie de fuga hacia adelante que no va a llevar a ningún lado, pero donde la gente se siente más contenta. Y ese misterio de por qué esas dos cosas pasan al mismo tiempo, es lo que hubiera tratado yo de entender, pero no lo he intentado y no creo que lo intente.
En tu biografía hablas de tus propuestas de cambio como, por ejemplo, en términos económicos acabar con los monopolios; en términos políticos, organizar segundas vueltas; o en términos sociales, establecer un ingreso universal mínimo. ¿Tú sientes que, en parte, López Obrador llegó al poder porque no hubo estos cambios que tú y otros proponían, o él llegó por otras razones?
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Disidencia para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.