¿Aún importa Europa?
La nostalgia por Europa ha impedido el pleno aterrizaje en el sigo XXI. Para el mundo, es una obnubilación seria. Para México, es grave. Escribe Raudel Ávila.
La respuesta rápida es que hoy ya no.
La Unión Europea, ese ambicioso esfuerzo de integración política que justificadamente enorgullecía a los ciudadanos europeos, en la actualidad se exhibe como un actor internacional casi irrelevante.
No puede hacer nada frente al reacomodo del orden internacional que están efectuando Estados Unidos, China, su vasallo Rusia, Israel o incluso Turquía e Irán. Un grupo de burócratas que se limita a emitir comunicados y pronunciamientos es incapaz de influir en el nuevo arreglo mundial porque nunca estuvo dispuesto a negociar una política de defensa común. Y hoy, cuando más la requieren en Ucrania, Europa no tiene los instrumentos para enfrentar el desafío. Es una pena que el viejo continente no disponga de la voluntad política para reconocer que como naciones individuales ya no son actores poderosos y, por tanto, sólo unidos están en condiciones de participar en la forma que adoptará el mundo.
Con todo, los países europeos no son los únicos que siguen idealizando su propio papel e importancia. Muchos analistas e intelectuales en México creen todavía que Europa pesa o importa, y esperan que sirva de contrapeso al creciente unilateralismo americano de Donald Trump. El peso de la tradición antiyanqui, lo mismo a la izquierda que a la derecha, produce alucinaciones en nuestros intelectuales. Quienes nunca aprendieron idiomas, que son los más, estiman que España importa. No se ría, todavía hay en la intelectualidad mexicana quienes creen que España pesa en el escenario internacional. Otros, un poco más sofisticados, siguen creyendo que Francia es un actor trascendente. La realidad es que si bien España es un socio comercial significativo para México, los españoles no tienen la menor fuerza en el escenario global para tratar de mediar en los grandes conflictos de nuestro tiempo. Y tampoco los franceses, a pesar de todos los esfuerzos de Macron por reposicionar su país. Esfuerzos todos fallidos.
La demografía es implacable, los europeos son países viejos en todos los sentidos, empezando por el promedio de edad de la población, sin impulso juvenil ni creador en la política contemporánea. Europa tampoco es líder en tecnología, de manera que vivirá el siglo XXI a expensas de los dispositivos desarrollados por Estados Unidos o los países asiáticos. Las universidades europeas también —con excepción de las inglesas— son cada vez menos competitivas en generación de patentes, publicaciones y atracción de talento del exterior.
Únicamente la economía alemana sigue mostrando algún dinamismo e innovación en sus procesos productivos, pero Alemania renunció hace mucho a adoptar cualquier tipo de liderazgo internacional, como bien ejemplifica la pifia con la cual se hizo dependiente del gas ruso.
Así que no tiene sentido seguir imaginando que Europa servirá o intercederá por México. Tampoco China, dejemos de soñar. El costo de transportar mercancía mexicana hasta China —mercancía que los chinos pueden adquirir en cualquier país geográficamente más cercano— no le permite a la economía mexicana establecer estrategias de competitividad en aquel país.
Geografía es destino, y México está inexorablemente ligado a Estados Unidos para sobrevivir en el mundo que viene. Más vale entenderlo, asimilarlo y, diría yo, aprovecharlo.
Justo comentaba con mi familia, que en en caso de que Trump les metiera una buena tarifa...¿Qué podrían hacer? Realmente no producen o exportan la gran cosa a comparación de como tú mencionas, otros países en América o Asia. Sus gobiernos y su gente dan la impresión de que se han rendido o se durmieron en su comodidad. Lo peor es que se niegan a aceptarlo.
Muy cierto espero ya se den cuenta de eso y dejen en el pasado el falso romanticismo económico con Europa y países no alineados; Mexico no puede seguir negando su cruz (vecindad con el país mas poderoso del mundo) y debe de enfocarse en ello para maximizarla; ya muchos países quisieran tener nuestra geografía; tiene su precio y ya lo hemos pagado con creces, bueno ahora pues a hacer valer ese costo.