Arte antipopulista
La exposición de Miguel Covarrubias en CDMX contrasta con la pobre oferta estética actual.
Debo a la insistencia de mi amigo Carlos Carmona el haber visitado la exposición de Miguel Covarrubias en el Palacio de Iturbide. Si usted está en la Ciudad de México este puente, no se la puede perder.

En verdad constituye un refrescante oasis estético en medio de la inmundicia nacionalista y victimista que nos receta el oficialismo todos los días. Frente al orgullo provinciano del arte tercermundista y en contra de la horripilante propaganda estalinista del muralismo mexicano, Covarrubias, apodado El Chamaco, representó una alternativa estética genuinamente disruptiva. Las piezas ahí expuestas, muchas de las cuales pertenecen a colecciones extranjeras que nunca habían sido exhibidas en México, dan cuenta de una originalidad fascinante en el uso de los colores, las formas y los mensajes políticos.
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Artista cosmopolita, mexicano residente en Estados Unidos, Covarrubias ilustró portadas de revistas de la talla de Vanity Fair y el New Yorker. No sólo eso, El Chamaco retrató figuras lo mismo de la farándula mundial, que del mundo empresarial y político con un estilo sarcástico verdaderamente ácido. Fotografías tan famosas como la de los tres estadistas en la Cumbre de Yalta (1945) están rediseñadas con estimulantes reflexiones políticas en algunas de las obras de Covarrubias. Sus entrevistas imposibles, llamadas así por tratarse de encuentros ficticios entre grandes personajes, son retratos imaginarios de las figuras más antitéticas que uno pueda concebir. Y sin embargo, gracias a la capacidad artística de El Chamaco, ofrecen composiciones armoniosas y admirables.



Traigo todo esto a cuenta preguntándome si hay en el México contemporáneo, o entre los mexicanos residentes en el extranjero, una propuesta artística grupal o colectiva que se atreva a desafiar los cánones del obradorismo. Yo no lo conozco, y me preocupa que no lo haya, pues mucho me temo que más bien la dizque oferta woke no haga sino reforzar los prejuicios sectarios de eso que llaman “la 4T”.
Lo de Covarrubias es realmente un respiro agradecible en medio del ensalzamiento del tribalismo morenista. Se ve que no coincidía con la oferta estética del priísmo y no solamente lo rechazó, sino que lo superó y lo dejó muy atrás ante el mundo, ante la historia y ante sí mismo.
Hay hasta una interpretación geopolítica impresionante en los gigantescos mapas que pintó en murales exhibidos en esta exposición. A contracorriente de la cartografía mundial, el continente americano aparece del lado derecho de los mapas y no del izquierdo como ocurre convencionalmente. Además, sus planisferios están decorados de las formas más originales con personajes, animales, artefactos, edificios y un largo etcétera que pretende ser representativo de cada región geográfica. No hay en Covarrubias el esnobismo y la infamia pretenciosa de la abstracción incomprensible al gran público. Sin concesiones a la artesanía comercial, pero sin pedanterías intelectuales, sus colores y formas son digeribles para cualquier observador atento. No exige un conocimiento académico sino el deseo del goce estético.
Hágase un favor y vaya a ver esta exposición. Cómo se ve que tenía razón el maestro Marc Fumaroli, el arte de calidad no está subsidiado por el Estado, eso se llama propaganda. El arte de calidad viene de mecenas en la iniciativa privada. Gracias a Banamex por esta exposición de Covarrubias…