Al borde del abismo
La recta final comienza a revelar los secretos de un sexenio tenebroso.
De pronto el país parece estar sostenido por alfileres, pendiendo de un hilo, en un punto en el que cualquier traspiés puede encender la pradera. Hay ingobernabilidad en varios estados: Chiapas está en una situación muy delicada de violencia con éxodos masivos provocados por los cárteles sangrientos e invasores; en Guerrero no hay duda de que mandan los señores de la guerra; Guanajuato y Zacatecas siguen siendo un baño de sangre; Veracruz y Morelos están en la línea. El crimen organizado continúa avanzando en todo el país.
A este clima de caos y violencia hay que añadirle las próximas elecciones. Los comicios siempre arrojan más violencia porque se reacomodan los criminales y se renegocian los pactos, poniendo y quitando a candidatos con plata o plomo. Encima, esta elección es diferente. De un lado, la alianza non sancta entre el crimen organizado y el régimen obradorista quiere perpetuarse; del otro, sobreviene una presión cada vez más obvia de algunos actores estadounidenses –como la DEA– y el hartazgo de buena parte de la ciudadanía mexicana contra ese contubernio.
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Disidencia para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.