La pandemia me cayó bien. De veras que sí. Lo digo con toda consideración para quienes fue una tragedia. A mí me sentó bien. Me permitió abandonar para siempre la abominable Ciudad de México, esa cloaca maloliente de chapopote y gobiernos populistas. Extraño sus cantinas y la conversación, pero ahora vivo en un paraíso cerca de la selva, a unos minutos …
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